ZARPAZO DE LÉA VICENS EN ARANDA DE DUERO

ARANDA
No falló en Aranda la francesa Lea Vicens que confirmó el buen ambiente que atesora por la notable temporada que está atravesando. Tres orejas para ella que salió a hombros junto a un magistral Pablo Hermoso de Mendoza que paseó los dos trofeos del primer toro de la tarde, único ejemplar de su lote que le dio opciones. Se lidió una buena corrida para rejones de José Rosa Rodríguez, una corrida con tipo que estuvo presidida por la nobleza y por la calidad. No fue un encierro con potencia ni con poder pero sí tuvo celo y dulzura en las embestidas.

De los toros destacó el primero, el tercero y el sexto. Tres ejemplares de alta nota. De los tres restantes, desentonó el cuarto, que aunque con clase le faltó fuerza y no sirvió para el triunfo. Manejables resultó el lote de Manuel Manzanares, segundo y quinto.

El listón artístico de la tarde lo marcó Pablo Hermoso de Mendoza en su primera faeba que fue todo prodigio y sabiduría. La manera de entender a su oponente, la ligazón, el golpe de entidad en el momento oportuno y la intensidad que supo imprimir el navarro a su actuación frente a un toro bueno, con mucha duración y ritmo.

Marcó diferencias Pablo Hermoso en esa primera faena. Y no lo hizo frente al cuarto por su escasa fortaleza, que le obligó a abreviar. Además del magisterio, hubo más: un gran par a dos manos con las banderillas cortas, los carruseles en el tramo final, exponiendo donde más aprietan los toros. Esos fueron otros vértices de la actuación de Pablo Hermoso de Mendoza que estuvo sobrado y categórico.

FONDO Y CUERDA
Sorprendió la entereza de la amazona francesa Lea Vicens que se ha destapado durante el verano como una rejoneadora con mucho más fondo y cuerda de la que muchos creyeron en un principio. De sólida y estricta formación ecuestre, Lea Vicens domina las dos claves del rejoneo que son los secretos de la equitación y por tanto de la monta de los caballos y el rigor y la precisión de la lidia. Clásica y formal en sus planteamientos, ayer se observó en Aranda, cómo sus formas la hacen partir siempre de la creatividad: enganchar primero y expresar después.

Entregada siempre, Lea Vicens busca jugar con los terrenos y las querencias, cuajando instantes de notable plasticidad. Brilla por el carácter de una cuadra muy hecha a sí misma, donde destaca un caballo de nombre ‘Gacela’ que es pura pasión y torería. Un derroche de personalidad, un caballo de gran valor y sentido del temple, con el que Lea Vicens consigue llegar al público y tocar ese palo tan complejo y tan sublime como es la profundidad.

El repertorio de Lea Vicens es amplio. Muy preciso. Apoyada en caballos de gran versatilidad y recorrido como Bético o Desafío, se impone a sus toros y clava sobre los cimientos del clasicismo. Posee un sentido de la lidia importante y donde más altibajos se producen en sus actuaciones es en los embroques y ejecuciones. Sin embargo, su tesoro emocional son los pasajes de ligazón a dos pistas, momentos donde se vivieron ayer los instantes de mayor intensidad de sus dos actuaciones. Le cortó una oreja a su primero y montó una algarabía frente al sexto, en lo que fue una faena efervescente a todos los niveles.
Manuel Manzanares anduvo irregular aunque queriendo mucho toda la tarde. Puso ambición y ganas pero ninguna de sus faenas cruzaron la frontera de la emotividad ni del riesgo. No redondeo en ninguno de sus dos oponentes. El alicantino puso oficio en sus dos faenas, también buen dibujo, pero sus dos salidas a pista estuvieron salpicadas de altibajos. De su cuadra sobresalió el castaño Farruquito y el también castaño Mazzantini, además del torto tostado ‘Tomatito’ o un excelente caballo de salida de nombre Príncipe. Su balance final fue de ovación en ambos.

Ahora, parón. El ciclo arandino culminó su primer tramo y se reanudará el próximo sábado con el último de los festejos del abono: Toros de Victoriano del Río para Juan José Padilla, José María Manzanares y Alejandro Talavante.