Dos faenas, dos decisiones incomprendibles. Léa Vicens no ha salido a hombros esta tarde en Soria pese a que los tendidos pidieron una oreja por cada toro de su lote; peticiones a las que la presidencia hizo oídos sordos.

La rejoneadora comenzó la tarde imponiendo dos rejones de castigo a su primer astado que comenzó la faena con arreones. Astado sin fuerza ni transmisión con el que Léa tuvo que emplearse a fondo para sacar agua de pozo seco. Faena de esfuerzo y clasicismo que hace gala de su concepto, y con la que buscó sobreponerse a la condición de un toro negado. Remató  de forma aseada y efectiva con el rejón de muerte, que hizo sacar  el pañuelo blanco a los tendidos. Sin embargo, la petición no fue atendida por la presidencia y Léa dio una vuelta al ruedo.

Más suerte tendría la francesa en su segundo y último toro de la tarde. Léa impuso a su oponente dos rejones de castigo. Ya en el tercio de banderillas, colocó los palos hilando al pitón y al estribo alternadas en una faena agradecida y en la que la francesa se sintió cómoda. Culminó la tarde con un rejonazo de muerte efectivo que volvió a suscitar una fuerte petición del público; pero, una vez más, la presidencia se quedó de brazos cruzados sin otorgar trofeo alguno a la rejoneadora francesa que sella en Soria una tarde en la que corrobora su sobresaliente estado en lo que va de temporada. Algo que desde la presidencia, no supieron ver, ni valorar.